sábado, 23 de agosto de 2008


Cuando me pongo a escribir sobre determinada gente, deseo situar a los personajes en un ambiente que resulte tan palpable como sea posible. Ello puede implicar la inclusión de un aparato de televisión o una mesa o un rotulador que reposa sobre una mesa, pero lo cierto es que si tales objetos van a figurar en el relato, no deben permanecer inertes bajo ningún concepto. No me refiero a que deban cobrar vida propia, sino a que su presencia tenga que dejarse sentir del modo que sea. Si vas a describir una cuchara o una silla o un televisor, nunca permites que esos objetos aparezcan en el escenario librados a su antojo. Quieres darles determinado peso, conectarlos con las vidas que acontecen a su alrededor. Creo que todos estos objetos han de desempeñar un papel en los relatos; no son "personajes" en el sentido en que lo son las peronas que aparecen en mis relatos, pero están ahí, y quiero que mis lectores sean conscientes de esa presencia, que sepan que ese cenicero está ahí, que el televisor está en aquella esquina (y que puede estar encendido o apagado), que la chimenea está llena de latas viejas.


Raymond Carver

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