martes, 29 de abril de 2008

ADANA

Elijo un lugar blanco
para estar contigo
sin líneas ni figuras
y te señalo
con esta letra
sola.


A fuerza de no querer oir a nadie
también me voy quedando sorda a mi conciencia.

Recuerdo otras voces
- que amábamos los dos.

María Cristina Carrizo (colaboradora externa del taller)

viernes, 25 de abril de 2008

Tristes excusas

A la hora de no aprenderme de memoria

ese rito sangriento de letras tras letra,

y pasillos invadidos por la luna

lluvia sobre macetas de palabras.

Y el curioso aleteo de la mentira

sobre todo lo que dejamos de hacer

crecer, tras las espaldas.

Tristes excusas

ahora que amanezco

entrelazado a mis conquistas

que no son muchas...

libros,

cornisas,

y un pequeño agujero por el que espio

las tierras que me pertenecen

por consuelo.

Tristes excusas

a la hora de morder

el espeso sueño.

Sra. de Ordoñez

miércoles, 23 de abril de 2008

Rojo sobre blanco

Vislumbró un cuerpo de mujer sin rostro y revivió un abandono sin tiempo que aun dolía.
Miró la habitación, su ropa, las sábanas, la almohada, todo era blanco, como sus sueños, como su mente.
Sintió la soledad y el desamparo, nada a su alcance que pudiese hacer más corta su agonía.
De un mordisco rasgó la piel de la muñeca de su brazo izquierdo, siguió rasgando la carne con los dientes blancos, que poco a poco se iban tiñendo de rojo, hizo lo mismo en la muñeca derecha.
Un río de color cubría su camisa, manchando también el pantalón blanco.
Se sentía liberado, no percibía dolor ni miedo, solo una extrema debilidad y un frío intenso.
Un túnel áureo lo esperaba al fin del camino.
Tarde supo que la muerte también era blanca.

Élida Metetieri

martes, 22 de abril de 2008

Samsara

Samsara: Término sánscrito que significa “perpetua errancia”, el ciclo de los renacimientos del alma.

Cuántas veces habré muerto
y otras tanto resucitado
Mi frágil memoria se yergue
entre el ruinoso paraje de grietas
donde vislumbro abismos:

Samsara, pasión de los sentidos, cópula,
compulsión por la carne, eterno retorno
de todos los manjares del paraíso.

Cuántas veces habré resucitado
y otras tantas caí crucificado…


Gustavo Aguila

sábado, 19 de abril de 2008

Las horas se elevan como humo y plegarias
La ceremonia del sueño ya nos acerca a la muerte
¡No hay vida sin ella!
Son niveles del tiempo
Mi vida quieta y mi muerte muerta
Del silencio implacable sobreviene el estruendo.
Tal vez no he sido yo ningún enigma.
No hay un momento del existir antes que otro existir.
Sólo antes de la cruz.
Los círculos de fuego se devoraron a sí mismos.
La verdad está dicha.

Es del ánimo de la palabra ser dicha
Si estoy en el estribo de una de ellas,
no me llamen a dormirlas;
Llámenme a guardarme en su invisible pureza.
No pago la vida para quedarme ausente de
la oración que eleve la piedad como único
fin y destino.

Quiero saber el nombre de la vida.
Quiero salvar a mi padre elemental.
Ser los ojos de los ciegos del alma
y esperarme a mí misma, yo: mi desconocida.
Cuando abra mis ojos, la pesada niebla del sueño
me hará descubrir la ausencia.
Aún así el resplandor que me aturde en sospechas
de mi despertar, me traerá la voz liviana y pura,
mezclada con el aire que de mí parecías haberte llevado.
Hace tiempo dejé de tener frío.
Hay un fuego; una involuntaria procesión
al dolor vivo.
El hechizo del miedo y su insomnio me trajeron
la revelación de permanecer en tu quietud, dormida.
Quedé de pie entre altas olas de un mar de arena
y sacrificios que parecen ser golpizas.
Tengo muertes ya vividas y recorridas.
¡y recurrí a las tempestades para recuperar el aire!

Karina D. Chiarel (colaboradora externa del taller)