miércoles, 17 de noviembre de 2010

Ver http://www.youtube.com/watch?v=5zmFTMe8cVs

Para los amerindios, el uso de las palabras implica una responsabilidad social que no es una elección. El que escribe tiene una responsabilidad política con respecto a su comunidad y al mundo en el que vive. No hay diferencias jerárquicas, desde el yuyo hasta el más elder (los viejos) son la comunidad; en las ceremonias siempre tiene que haber, por lo menos, un niño y un elder. El hombre tiene, a lo largo de su vida, todas las edades.

Hoy murió un niño, todos los días muere un niño, nosotros continuamos, tenemos que continuar, la vida no se detiene, pero la mirada sí debe detenerse. La mirada tiene que contar porque las palabras son la historia de una comunidad.

Ezequiel empezó a trabajar a los cuatro años, si no antes, es decir, creció de golpe, como muchos chicos en nuestro país, no tuvo infancia ni posibilidades de elegir. Hoy veo chicos de diez años cargando carros enormes a las doce de la noche y sé que un cuerpo es un cuerpo y que cada golpe no es gratuito.

Es tan simple, que no admite una visión política, hoy y siempre las cárceles están pobladas de pobres, como en Estados Unidos están llenas de negros. Las respuestas a la vida que llevamos la tenemos allí, a la vista, no hace falta abrir un diario, sobre todo porque sabemos que nos ocultan la verdad, el caos.

A veces es bueno pensar que todo va bien, es sano, pero si dejamos que eso se convierta en una muralla, en una ilusión ideológica, nos vamos a perder en nosotros mismos, vamos a perder nuestra pertenencia a la comunidad y nunca vamos a poder encontrarnos; nada que el consumo o el éxito pueda darnos, nada en nuestra vida personal podrá llenar el terrible agujero entre nuestro ser particular y nuestro ser específico, nuestro ser social.

Para los amerindios, cuando uno se va de su hogar, de su verdadero hogar, deviene la locura.

martes, 9 de noviembre de 2010

Howard Zinn - La otra historia de Estados Unidos - 2da parte

El vocabulario de Jefferson resulta revelador: "agricultura... industria... civilización". La "mudanza" de los indios era necesaria para abrir el vasto territorio americano a la agricultura, al comercio, a los mercados, al dinero, al desarrollo de la economía capitalista moderna. Para todo esto, la tierra resultaba indispensable, así que después de la Revolución, los especuladores ricos, incluidos George Washington y Patrick Henry, compraron enormes áreas del territorio. John Donelson, un cartógrafo de Carolina del Norte, se hizo con 20 mil acres de tierra cerca de donde hoy se encuentra Chattanooga. Su yerno hizo veintidós viajes desde Nashville en el año 1795 para comprar tierras. Se llamaba Andrew Jackson.
Jackson era un especulador inmobiliario, comerciante, negrero y el más agresivo enemigo de los indios de la primitiva historia americana. Llegó a ser héroe de la guerra de 1812, que no fue (como a menudo nos dan a entender los libros de texto nortemaricanos) simplemente una guerra por la supervivencia contra Inglaterra, sino una guerra para la expansión de la nueva nación hacia tierras de Florida, Canadá y el territorio indio.
Tecumseh, un jefe shawnee y famoso orador, intentó unir a los indios contra la invasión blanca. "La tierra", dijo, "pertenece a todos, para el uso de cada uno..."
Enfurecido cuando sus colegas indios se vieron obligados a ceder una gran porción de su territorio al gobierno de los Estados Unidos, Tecumseh organizó un gran encuentro indio en 1811. Reunió a cinco mil indios en la ribera del río Tallapoosa en Alabama, y les dijo: "¡Que perezca la raza blanca. Ellos nos toman las tierras; corrompen a nuestras mujeres, pisotean las cenizas de nuestros muertos! Hay que enviarles or un rastro de sangre al sitio de donde provinieron."
Los indios creek ocupaban la mayor parte de Georgia, Alabama y Mississippi. En 1813 algunos de sus guerreros mataron a 250 personas en Fort Mims y seguidamente las tropas de Jackson quemaron un poblado creek, matando a hombres, mujeres y niños. Jackson estableció la táctica de prometer recompensas en tierras y botín.

continuará...

sábado, 6 de noviembre de 2010

Mientas crezca la hierba y corra el agua - Howard Zinn -La Otra historia de los Estados Unidos -

Si las mujeres, entre todos los grupos subordinados de una sociedad dominada por los blancos ricos, eran las que más cerca estaban de casa (de hecho, estaban en la misma casa) -las más "interiores", pues- los indios serían los más extraños, los más "exteriores". Las mujeres, al estar tan cerca y ser tan necesarias, eran tratadas con más paternalismo que fuerza. Al indio, que era innecesario -incluso era un obstáculo- se le podía tratar con fuerza bruta, aunque a veces la quema de los poblados estuviera precedida de un lenguaje paternalista.
y así, la "mudanza de los indios", como amablemente la han llamado, despejó el territorio entre los montes Apalaches y el Mississippi para que fuera ocupado por los blancos. Se despejó para sembrar algodón en el Sur y grano en el Norte, para la expansión, la inmigración, los canales, los ferrocarriles, las nuevas ciudades y para la construcción de un inmenso imperio continental que se extendería hasta el Océano Pacífico. El coste en vidas humanas no puede calcularse con exactitud, y en sufrimientos, ni siquiera de forma aproximada. La mayoría de los libros de historia que se dan a los niños pasan de puntillas sobre esta época.
En la guerra revolucionaria, casi todas las naciones indias importantes lucharon del lado británico. Sabían que si los británicos -que eran quienes habían establecido un límite a la expansión occidental de los colonos- perdían la guerra, no habría manera de contener a los norteamericanos.
Efectivamente, cuando Jefferson llegó a la presidencia en 1800, había 700000 colonos blancos al oeste de las montañas. Jefferson entonces emplazó al gobierno a promocionar la futura "mudanza" de los creeks y los cherokees de Georgia. La actividad agresiva contra los indios fue en aumento en el territorio de Indiana durante el mandato del gobernador William Henry Harrison.
Cuando, con la compra a Francia del territorio de Luisiana en 1803, se dobló el tamaño de la nación -extendiendo de esta forma la frontera occidental desde los montes Apalaches, a través del Mississippi, hasta las montañas Rocosas- Jefferson propuso al Congrso que a los indios se les debería animar a establecerse en territorios más reducidos y dedicarse a la agricultura. "... Se consideraron dos medidas urgentes. La primera era la de animarlos a que abandonaran la caza... En segundo lugar, se promocionaron las casas de comercio entre ellos... llevándoles de esta forma hacia la agricultura, la industria y la civilización...".

continúa